Tarzán Nassar: Un hecho ‘bochornoso’ que envió la polémica del uso o abuso del avión presidencial a segundas nubes.

17 febrero 2020 –

Por: Luis Noé Ochoa –

Foto por: El Tiempo –

Cuatro ‘animadas’ obras de ese eterno festival de teatro que es el país de las dos costas, ocupado siempre en sobrevivir a toda costa. Guerra contra las drogas, batalla con los estudiantes, pugnas de micrófono y generales cegados por el brillo de sus soles.

El silencio del general Montoya. Inadmisible para quienes queremos que la verdad se sepa. Respetable desde la perspectiva de los derechos legales que le asisten a quien se presenta ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). Pasar por la JEP no hace a la gente culpable, ni obliga a que oigamos lo que esperamos de esas personas. El silencio de Mario Montoya es uno de sus privilegios procesales, como también es prerrogativa suya decir o no la verdad. Y atenerse a que eso influya en la decisión que sobre él se tome. Lo que sí exigimos del general es un mínimo de respeto para los soldados humildes de este país, sobre cuyos hombros se paró para lucir sus brillantes soles. Los deprimentes comentarios que ha hecho dan mucho que pensar de la manera como valora a los seres humanos.

Fuerza Pública en universidades. En apariencia, mostrarse favorable o no a que la Fuerza Pública entre a los campus de las universidades define el carácter de un gobernante. Resulta que las universidades no tienen tipo alguno de fuero que impida, por ejemplo, que la Policía ejerza allí sus funciones. La autonomía universitaria se refiere a la autorización que tienen dichas instituciones para reglamentarse, regularse, conseguir recursos y formas de funcionar o resolver sus problemas. No es una especie de blindaje ante la ley y la autoridad. Por supuesto que nadie quiere que estudiantes y uniformados terminen enfrentándose, con las fatales consecuencias que dichos choques conllevan. Como tampoco queremos que en los campus se conserven y manipulen explosivos que luego son arrojados contra la policía y los ciudadanos que circulan alrededor de los terrenos universitarios.

Lucha contra las drogas. Pistas valiosas da Rafael Pardo en su nuevo libro, ‘La guerra sin fin’. Parte de una base: usar drogas psicoactivas no tiene consecuencias positivas ni para el consumidor, ni para su familia ni para la sociedad. La adicción, esto es, la dependencia de sustancias nocivas, no es asunto de aplausos. La verdadera discusión es sobre el estatus legal de las drogas y si las acciones punitivas son el mejor camino para combatirlas. Las políticas de sustitución de cultivos han sido un estruendoso fracaso, y evadimos hablar de la esquizofrenia que causa el choque entre la tenencia de ciertas drogas (en cantidades permitidas) y la forma como esa droga llega y circula en los mercados. Urge revisar los pilares sobre los que descansan las políticas antidrogas.

Vicky vs. Hassan. Que el espectáculo fue patético, no lo duda nadie. Las entrevistas no deben ser batallas en las que la verdad sucumbe frente al ego. El periodismo es un oficio que requiere profundidad en los argumentos, como también altura en las formas. Pero ni muere ni se acaba por un episodio semejante. La verdadera tragedia del periodismo no es la gritería. Su real lastre es que la ética y honestidad de los periodistas se hundan, arrastradas por intereses y poderes. Repito: el periodista que no es recto, el que recibe y difunde información amarrada a prebendas, no es periodista.

«La verdadera tragedia del periodismo no es la gritería»

Grima. La que me produce dejar estas páginas, pues tengo la convicción de dedicar tiempo y energías al proyecto radial que anima mi vida. A Roberto Pombo, solo agradecimiento por abrirme este espacio de opinión, que durante más de un año ejercí con la independencia y plena libertad que necesita un columnista. Gracias a EL TIEMPO por acoger mis ideas y un abrazo especial para Luis Noé Ochoa, gran colega y señor. Hasta pronto.

GUSTAVO GÓMEZ CÓRDOBA.