La rodadita

La temporada vacacional de fin de año resulta una excelente oportunidad para visitar el país, recorrerlo y redescubrir su variada riqueza cultural y esa envidiable biodiversidad extendida por todos sus rincones, incluyendo la adición de algunos atractivos turísticos que por tantas décadas estuvieron vedados para el servicio de la actividad como consecuencia del conflicto armado con las Farc, afortunadamente superado gracias al acuerdo de paz con el anterior Gobierno.

A los destinos tradicionales, basados en propuestas de ocio, playa y cultura, y representados por las principales capitales y otras recursivas ciudades intermedias, se les suma una diversa gama de opciones ecológicas, potenciales generadoras de empleo y progreso, que se ocultan en las profundidades de nuestra geografía y que están dispuestas a lanzarse a la búsqueda de reconocimiento luego de su largo período de atraso y alejamiento del desarrollo turístico nacional.

Atractivos como Caño Cristales, en el Meta; Carmen de Atrato y Nuquí, en Chocó, y Ciudad Perdida y Quebrada del Sol, en las planicies del Magdalena, son, entre otros, seductores lugares en donde se registran crecimientos progresivos en la llegada de visitantes y forman parte del amplio portafolio de oportunidades de esa Colombia fresca y nueva. Portafolio que podría extenderse a lo largo y ancho de sus territorios si el Estado decide seguirle apostando al diálogo para dirimir las diferencias políticas y sociales, bajo el compromiso de cerrar las grandes brechas existentes, apretándoles el cuello a los crecientes problemas de corrupción e inequidad.

En los últimos años el balance del turismo en el país registró cifras positivas y entre ellas se destaca el aumento en la llegada de visitantes extranjeros. De 2,4 millones de personas que se contabilizaron en 2010, se saltó a 6,5 millones en 2017, marcando un ritmo de crecimiento del 150 %, cuatro veces por encima del promedio mundial. En los primeros cinco meses de este año, en seguimiento de la tendencia, ya figuraban 3,3 millones de visitantes. Por los lados del ingreso de divisas el comportamiento que se muestra es relativamente similar. De obtener US$3.440 millones en 2010, el país pasó a recibir US$5.787 millones en 2017 y deberá superar los US$6.000 millones al término de este mes.

El Gobierno del presidente Duque encontró un camino abonado en el campo del turismo y es de esperar que durante su administración se le mantenga prendido el acelerador a la industria. Aclimatar la paz, sin descartar una salida negociada con el Eln, será el primer ingrediente para condimentar un sector en el que inciden otros factores, como son conservar la confianza inversionista y solucionar las existentes limitaciones de infraestructura turística de diversos órdenes, en razón de facilitar la actividad de los viajeros y de esa manera hacer del turismo el nuevo petróleo que tanto se promocionó en campaña. El ministro del ramo y su viceministro tendrán que mostrar su capacidad ante el reto y liderar la causa.

Esta temporada vacacional seguramente mantendrá la inercia de las más recientes, con amplios flujos de viajeros visitando los diversos parajes de la geografía colombiana. En su condición de dinamizador social, la importante riqueza que se desprende del turismo deberá quedarse en las propias comunidades, en particular las que poseen escasa diversificación productiva o adelantan procesos de transformación en el posconflicto, para que puedan gestionar y proteger su patrimonio y de paso contribuir a oxigenar sus precarias economías.

El futuro de países como Colombia, bendecidos y premiados por la naturaleza, tiene en el turismo un instrumento decisivo para su fortalecimiento económico. Para ello será necesario que la actividad se desarrolle siguiendo principios de sostenibilidad, en los que son prioritarios los aportes tanto de operadores como de viajeros. De la mano de campañas institucionales debería promoverse conciencia acerca del impacto de nuestras acciones sobre el entorno social, ambiental y económico de los destinos visitados, ya que una primera responsabilidad es aplicar prácticas respetuosas con los ecosistemas para reducir el deterioro de los recursos.

La actividad turística en Colombia crece en forma geométrica y busca espacio como pilar de la economía. Hoy por hoy contamos con un destino de viajes atractivo y quizás imperdible, como lo han venido destacando importantes medios de prensa en el mundo, y bien vale la pena aprovechar esas nuevas posibilidades que ofrece el país para hacer patria y echarnos la rodadita durante este último período vacacional del año.

P.D. A todos los lectores, los mejores deseos por una Feliz Navidad y un venturoso 2019.

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