La historia jamás contada de la temible banda ‘los Rólex’

21 Junio 2019.

Foto: Ilustración: Juan Sebastián Villegas.

La cita fue en un restaurante frente al parque de la 93, a la una de la tarde. Las dos parejas llegaron con sus hijos. El almuerzo entre amigos era en un sector de la ciudad tradicionalmente tranquilo, seguro.

Tomado de: El Tiempo.

En medio de la conversación, de repente se escucharon gritos, amenazas, y aparecieron dos revólveres apuntando a la cabeza de los niños: “¡Los relojes!, ¡los relojes! o les disparamos”. Ninguno lo dudó, todos los entregaron. Los delincuentes aseguraron el botín, salieron del lugar, se montaron en motos y huyeron.

En un asalto milimétrico, de un minuto, se llevaron cuatro joyas valiosas. Esto pasó en marzo del 2017, época en que empezaron a ser recurrentes los asaltos de este tipo en el norte de Bogotá. Las autoridades sospechaban que no eran hechos aislados, sino un comportamiento delictivo estructurado, bien planeado.

En ese entonces, hombres de la Policía de Bogotá estaban siguiéndole la pista a alias el Gordo, un caleño que residía en la capital del país, porque hacía parte de un grupo delincuencial dedicado al hurto en diferentes modalidades. Tenían interceptada su línea telefónica, y en una llamada escucharon algo que les llamó la atención.

“Decían que pagaban un millón de pesos diarios por el alquiler de una moto de alto cilindraje y, adicional a eso, que si la moto se llegaba a perder, si la Policía la incautaba, que ellos podían responder. Cuando escuchamos eso pensamos: ¿qué puede ser tan lucrativo que permita pagar un millón al día y además una moto de 20 millones si se llegaba a perder?”, recordó acerca de la primera pista el jefe del grupo de investigadores que persiguió por dos años a ‘los Rólex’.

Astutos como sabuesos, los detectives decidieron concentrarse en el hombre que llamó al ‘Gordo’, interceptaron su línea telefónica y días después confirmaron sus sospechas: esta persona habló coordinando el robo de un Rolex. En ese momento empezó la investigación.

Lo primero que notaron fue que no eran bogotanos, sino paisas. Los sujetos llegaban a la ciudad por una semana, se robaban entre 3 y 5 relojes, y luego volvían a Medellín.
Seguirles la pista no era fácil, entre otras razones porque después de que se reportaban las denuncias de estos hurtos en Bogotá, a la semana siguiente se enteraban de robos similares en Cartagena, luego en Cali, Santa Marta, Barranquilla, Medellín.

‘Los Rólex’ iban de ciudad en ciudad haciendo lo mismo. Era un negocio muy rentable, a cada joya podían sacarle hasta 20 millones de pesos. Y solo robaban relojes de marcas prémium: Rolex, Cartier, Omega, TAG Heuer; algunos de estos pueden valer, incluso, más de 100 millones de pesos.

La inteligencia de las autoridades logró determinar que los líderes de la banda, meses antes de empezar a delinquir bajo esta modalidad, viajaron a Chile y España. Allí estudiaron todo sobre estas joyas y se hicieron unos expertos, al punto de que con una mirada de apenas 5 o 10 segundos sabían si un reloj era original, su marca y su costo en el mercado. Esto se lo enseñaron a los otros criminales.

Rólex

En un solo operativo, la Policía logró recuperar cuatro relojes que fueron devueltos a sus propietarios.

Foto: Policía de Bogotá

Robos de impacto

En abril de 2017, los delincuentes dieron un golpe de opinión cuando robaron al exfutbolista de la Selección Colombia Faryd Mondragón al salir de una tienda deportiva en la calle 85. “A ellos no les importaba a quién robaban, solo iban por el reloj”, explicó un investigador, y agregó que entre las víctimas hubo también empresarios, figuras públicas y ciudadanos extranjeros, lo que generaba una mayor presión para la investigación, que no daba muchos frutos.

Los detectives solo podían realizar sus labores cuando los delincuentes llegaban a Bogotá, y lo hacían por pocos días. “Se iban para Medellín, y allá no conocíamos nada, cómo se movían, nada. Nos tocaba esperar a que volvieran y aprovechar que no estaban en su entorno y sí en el de nosotros”, especificó el investigador.

Mientras estaban en la capital del país, los ladrones, casi siempre seis, se quedaban en hoteles de bajo costo de Chapinero, Santa Fe o La Candelaria. Hasta esas zonas iban los uniformados para indagar en esos hospedajes si habían atendido a paisas; trataban de acercarse a ellos, obtener la mayor cantidad de información posible. Además, reunían las denuncias de quienes habían sido víctimas de los robos.

Así supieron que actuaban bajo tres modalidades. La primera era la de atacar en restaurantes. Entraban al establecimiento, se ubicaban estratégicamente mientras identificaban a su víctima. La segunda estrategia era perseguir carros de alta gama, marcar al conductor que llevaba el reloj y abordarlo en semáforos o en un trancón.

La última forma era elegir a la víctima en el aeropuerto, esperar en las llegadas internacionales, seguirla hasta que abordara un vehículo y enviar la información a un cómplice que se encargaba de robar. Siempre usaban armas de fuego.

Cambiaron estrategias

Otra razón que dificultó la recolección de datos fue que cuando los delincuentes empezaron a sentirse perseguidos, cambiaron sus comportamientos. Ya no viajaban en sus motos o carros desde Medellín, lo hacían en buses o en avión.

Ya no se quedaban en hoteles, sino que arrendaban apartamentos o se iban a donde familiares. Ya no usaban motos de alta gama para sus robos, se subían a unas más pequeñas, y empezaron a enviar personas diferentes.

Ante estas dificultades, los uniformados decidieron viajar a Medellín y compartir información con las autoridades locales, así lograron establecer que todos los delincuentes, a excepción de alias el Gordo, el que vivía en Bogotá pero que era caleño, vivían en el barrio Manrique de la capital antioqueña. Con todo esto, a principios del 2018, lograron dar un golpe a la estructura. Capturaron a 16 personas.

“Ellos eran supuestamente los cerebros y los que habían iniciado el negocio, pero apenas los cogieron a ellos, los que quedaron libres abrieron cada uno su grupito de cuatro o cinco personas, y se volvió a crecer el hurto en todas las ciudades; tuvimos que empezar la investigación desde cero”, narra el uniformado.

Este fue el momento del hurto a la exseñorita Colombia María Mónica Urbina y su esposo.

Robo

Este fue el momento del hurto a la exseñorita Colombia María Mónica Urbina y su esposo.

Aumenta la presión

En los medios de comunicación se reportaban estos casos y se ponía en entredicho la capacidad de las autoridades, que acababan de anunciar la supuesta desarticulación de esta banda.

Uno de los nuevos asaltos ocurrió en una hamburguesería de la calle 116, en el norte de la ciudad, y las víctimas fueron la exseñorita Colombia María Mónica Urbina y su esposo. El reloj de él costaba 100 millones de pesos y el de ella, 60.

La investigación atravesaba un difícil momento. “A uno le queda el sinsabor de que cuando los roban, entonces salen en medios de comunicación, informan, hablan de que están dispuestos a ayudar, pero cuando uno necesita efectivamente que le den una entrevista o hagan un reconocimiento, entonces ya no colaboran”, lamenta el uniformado, quien explica que pese a todas las dificultades y a las presiones, continuaban adelante.

Finalmente, tras un riguroso seguimiento en Medellín, de visitar el barrio Manrique, de individualizar con trabajos articulados entre la Sijín de esa ciudad y Bogotá, y sin dejar ninguna pista sin analizar, descubrieron al cerebro de toda la organización: alias el Paraco.

Esta persona era además el líder de una famosa estructura denominada La Viña, que se financia con fleteos, microtráfico, extorsión, instrumentalización con menores de edad y homicidios selectivos.

Gracias a todas estas labores, en abril de este año se dio el que, según las autoridades, fue el último golpe a esta temible y camaleónica estructura delincuencial conformada por al menos 50 personas, jóvenes entre 20 y 35 años de edad, que según cálculos aproximados de las denuncias conocidas, en dos años pudieron robarse al menos 60 relojes. Sin embargo, los investigadores creen que podrían ser más de 100, por los casos no conocidos.

Treinta de estos individuos fueron capturados y están en prisión o en casa por cárcel. El resto tienen órdenes de captura y están prófugos de la justicia. Tres de estos eran los enlaces con compraventas de Medellín, y una de Bogotá, en las que comercializaban las joyas hurtadas.

El ‘Paraco’ fue asesinado el 29 de abril pasado en Copacabana, Antioquia, por tres personas que le dispararon en repetidas ocasiones cuando ingresaba a un establecimiento comercial de esta zona.