‘Google purifica la información, pero no la reemplaza’

Foto: Claudia Rubio / EL TIEMPO

En su oficina de CM&, Yamid Amat habló con EL TIEMPO sobre cómo introdujo una revolución en la radio.

‘¡Cuidado con lo que dice!’ es el título del primer libro del periodista Yamid Amat.

Por:  CARLOS RESTREPO 

“¿Jesús sabía leer y escribir, o no? ¿Quién era San Pedro? ¿Quiénes eran los apóstoles? ¿Por qué había dos Judas, uno bueno y otro malo? ¿Y por qué Judas Iscariote decidió vender a Jesús? ¿Por qué Jesús fue un peligro para Roma? ¿Era Jesús un guerrillero o no?”.

Con estas preguntas, el periodista Yamid Amat se metió a la oficina de Fernando Londoño Henao, presidente de Caracol Radio, el día en que se le ocurrió revolucionar la radio en este país. Y no podía ser de otra manera, pues Yamid es considerado uno de los maestros en el género periodístico de la entrevista y en el arte de preguntar.

Ocurrió a mediados de la década de los años 70, cuando el recién elegido presidente Alfonso López Michelsen, uno de los accionistas de Caracol, le propuso a Yamid asumir la dirección de esa cadena radial.

Hasta ese momento, cuenta el periodista, la Semana Santa en la radio era fúnebre y la gente en el país ayunaba y se vestía de negro. Entonces, en 1975, con la idea de dilucidar las preguntas antes mencionadas, Yamid le propuso a Londoño que le permitiera hacer entrevistas en vivo sobre la vida de Jesús. Su jefe, un poco temeroso, lo aprobó.

“El primer entrevistado mío en la radio, en lo que sería 6 a. m. 9 a. m., fue el sacerdote jesuita Alberto Múnera, teólogo y experto en la vida de Jesús. En ese primer reportaje, el padre Múnera dijo: ‘Jesús era un hombre, que realizó todas las acciones propias de un hombre como usted y como yo. La condición divina es una consideración teológica, pero no es demostrable que Jesús hubiera sido el hijo de Dios’. Esa afirmación le costó al padre un reclamo, en forma de regaño, del cardenal Aníbal Muñoz Duque. Pero lo curioso es que a raíz de eso surgió entre los dos religiosos una gran amistad”, recuerda Yamid.

Ante el éxito arrollador de este formato de entrevistas, en vivo y en directo, Londoño le dio luz verde a Yamid para lanzarse a hacer este nuevo tipo de radio, que, sin que nadie lo supiera entonces, cambiaría para siempre la radio en Colombia. En esa primera etapa de 6 a. m. 9 a. m., el periodista creó su mesa de trabajo con amigos y colegas como Antonio Pardo García, Julio Nieto Bernal y Alfonso Castellanos.

“Lanzamos el programa que se llamó 6 a. m. 9 a. m.: noticias cada instante. Pero la fuerza del nombre 6 a. m. 9 a. m. fue tal que al cabo de un par de meses ‘Noticias cada instante’, que era la nominación original, desapareció y se fortaleció simplemente 6 a. m. 9 a. m.”, anota Yamid, quien además le agregó a la franja un boletín informativo cada hora hasta el minuto 12.

Desde entonces hasta hoy, cuando ya transita la séptima década de su vida, es admirable la versatilidad de Yamid Amat, no solo por seguir con las botas puestas en el terreno informativo, sino por su capacidad para reinventarse. No importa que el formato sea radio, televisión o prensa.

Así queda reflejado, precisamente, en su primer libro ‘¡Cuidado con lo que dice!’, que publica con Intermedio Editores, en el que reúne sus mejores entrevistas durante los últimos tres lustros en EL TIEMPO. Por estas páginas transitan desde guerrilleros y paramilitares hasta artistas y músicos, pasando por mandatarios internacionales, expresidentes de la República y deportistas.

“Este es un retrato del reportero puro, del entrevistador nato y febril. Es difícil encontrar a un periodista que lo sea tanto como Yamid Amat. No hay un momento del día o de la noche en el que no esté pensando en las noticias, en las entrevistas, en el impacto que puede tener en el momento colombiano una charla con un personaje, una respuesta específica con un ángulo determinado, que genere una reacción contundente, que impacte la actualidad nacional”, comenta en el prólogo Roberto Pombo, director de EL TIEMPO.

Llama la atención que solo ahora publica un libro. ¿Le habían propuesto antes hacerlo?

Propuestas muchas me habían hecho. Pero le confieso que la absoluta y física falta de tiempo es lo que me había impedido aceptar. Sin embargo, la propuesta que me hizo un periodista de la estatura de Roberto Pombo me condujo a meditar la idea que finalmente acogí. Este libro, al margen de la presentación, que me tomó unos días, es una recopilación de los reportajes que han incidido de una u otra manera en la vida del país. Y a pesar de que Colombia es una de las naciones con más dinámica en la información, donde todos los días pasan cosas totalmente diferentes, muchos de estos reportajes tienen el atractivo de una vigencia increíble.

¿Qué ha significado para usted esta última etapa de regreso al periodismo escrito en EL TIEMPO?

La gran diferencia que hay entre trabajar para la prensa o para la radio o la televisión es que la información en la prensa permanece como documento escrito.

¿Cómo se le ocurrió el título?

En una reunión con un grupo de amigos, estaba pensando en cuál podría ser el título del libro. Estaba presente mi amigo Alí Humar y le comenté que el libro iba a tratar sobre aspectos de mi vida periodística y de la vida de ellos.

Entonces Alí dijo: “¡Cuidado con lo que dice!”. Y exclamé: “Ese es el título que andaba buscando”. Le expliqué que no se trataba de publicar asuntos de la vida íntima ni personal de nadie. Que la idea era revelar algunas situaciones desconocidas que yo había vivido, como la invitación que alguna vez el mismo Alí me hizo para reunirme con Jaime Bateman y Álvaro Fayad, cuando el M-19 era un movimiento casi romántico y que no se presentaba, en ese entonces, como un grupo violento. En el libro hay una cantidad de anécdotas e historias de lo que han significado muchos reportajes que he hecho, que han contribuido, sin ninguna equivocación, a cambiar el país. Por ejemplo, cuando entrevisté a Fabio Echeverri Correa y dijo que había que reelegir al expresidente Álvaro Uribe. Y yo le dije: “Pero está prohibido en la Constitución”. Y él me respondió: “Eso no es sino cambiar un articulito”.

De todas estas entrevistas, ¿recuerda alguna anécdota por lo difícil o colorida?

Los reportajes de EL TIEMPO han ido desde el punto de vista puramente artístico o frívolo hasta el político y profundo. Recuerdo que cuando fui a entrevistar a Miguel Bosé, éramos varios periodistas de manera separada y me dijeron que solo tenía cinco minutos. Miguel estaba muy prevenido porque a él no le gusta que le pregunten de su vida privada. Comencé a hacer el reportaje y yo obviamente le hablé de todo, menos de los asuntos totalmente personales que él no quería tratar. A los cinco minutos entraron y dijeron: “Su tiempo terminó”. Entonces Miguel le dijo: “Déjelo que yo quiero seguir”. Estuvimos hora y media conversando sobre todo lo que salió publicado.

Otro que le haya impresionado…

Me impresionó la manera como el maestro Fernando Botero explica su obra y que no le molesta ningún tipo de pregunta. Ni siquiera si uno aborda el cuestionamiento que a él le han hecho, en el sentido de que lo que realmente tiene un valor inconmensurable en el maestro Botero son sus primeras obras, de hace 30 años; pero que últimamente, debido a su proliferación, su valor ha descendido un poco, como me lo expresó alguna vez un galerista en Nueva York. Contrariamente a lo que yo esperaba, que hubiera una reacción con cierta molestia, lo entendió perfectamente e hizo una vigorosa defensa de la evolución de su arte.

¿Cómo fue entrevistar a Salvatore Mancuso o ‘Raúl Reyes’?

Ni Mancuso ni ‘Reyes’ fueron amenazantes y respondieron preguntas que no tenían una fácil respuesta. En ambos casos estaba yo frente a dos personas que tenían en la mente el poder, ante la fuerza que por entonces tenían las Farc, que dominaban medio país –de eso no tenga ninguna duda–, mientras que el otro medio lo dominaban los paramilitares. Entonces, en ellos habría que reconocer que expresaron lo que sentían y pensaban en ese momento coyuntural del país.

¿Qué cree que es lo más importante a la hora de hacer una entrevista?

Escuchar y entender. El secreto de la comunicación es entender lo que no se dice. La gran crítica que les hago a mis colegas que estudian periodismo y que son practicantes es que no oyen. Muchas veces, cuando un periodista que comienza realiza una entrevista, mira simultáneamente sus apuntes y no atiende lo que está respondiendo el entrevistado. Eso no puede ser así. A lo largo de toda mi vida, por lo general, solo he tenido una pregunta lista o un gran tema para realizar el reportaje.

En sus entrevistas también se siente un sentido pedagógico, que no quiere quedarse solo con la opinión, sino que busca también la explicación. ¿Siente que es así?

Sí. Mire, en 6 a. m. lo que se hizo famoso fue decir: “Con todo respeto”. Y servía para que el entrevistado explicara o servía cuando venía la pregunta atrevida o molesta. Una pregunta puede ser muy agresiva, pero si se hace con respeto, no suena mal. Lo más importante para un periodista-director es trabajar en equipo. La opinión de los compañeros puede ser, en muchas ocasiones, más importante que la de uno mismo o permite abrir el camino a temas muy sensibles.

¿Cómo se hace para ser tan versátil y saltar sin problema de un mandatario a un guerrillero o a un artista?

El secreto es estar informado, como Julio Sánchez Cristo, Darío Arizmendi, Néstor Morales, Yolanda Ruiz, Juan Roberto Vargas, Daniel Coronel y tantos otros colegas, incluyendo a mi hijo, que está preguntando mejor que yo.

¿Se devora todas las revistas que recibe?

Sí, pero más que todo leo temas que a la gente la afecten. Temas que sean de interés público. Leo temas que me conduzcan a desarrollar mi profesión. No leo novelas. De vez en cuando un García Márquez o un Vargas Llosa por obvias razones. Pero leo, sobre todo, libros sobre periodismo.

¿Cómo ve el periodismo actual, en medio de este mundo dominado por la tecnología?

El gran reto de los periodistas de hoy es utilizar a Google como un instrumento que permita purificar la información, pero que no la reemplaza. Google debe ser un complemento del gran reportaje; no es el reportaje. Google debe ser utilizado como la gran biblioteca que facilita y enriquece una obra, pero no es la obra.

¿Cómo lograr que los jóvenes de hoy tengan visión de país?

Leyendo, informándose y teniendo contacto con la gente. Me atormenta decirlo, pero los jóvenes no parecen estar muy interesados ni en el pasado, ni el presente ni en el futuro del país. Una cosa es lo que piensen los gobernantes y otra cosa es lo que piensan los gobernados.

A propósito, ¿cómo debe ser esa relación de periodismo y poder?

Toda escuela de periodismo y todo periodista estilo Kapuscinski sostienen que no debe haber ninguna relación íntima entre el poder y el periodista, porque entonces uno se volvería un instrumento del poder. Pero hay que tener en cuenta lo siguiente: en un país como el nuestro, ¿qué son los medios de comunicación? Lo primero que tiene que decidir un periodista es si va a pertenecer o no a lo que puede llamarse “el establecimiento”. Porque si decide no pertenecer a él, pues debe abandonarlo y asumir una conducta de rebelión que también es absolutamente válida. No olvide que los medios de comunicación en cualquier sistema son las venas, la sangre del establecimiento. Yo he sido amigo de muchos de los hombres que han ocupado la jefatura del Estado. Pero amigo del hombre, no del mandatario.

¿Ha pensado darse el merecido ‘descanso de los guerreros’, como ocurría en Roma?

Le concluyo así. Cuando Mao Tse-Tung inició la larga marcha contra el régimen, que terminó con la conquista de China, un periodista como usted le preguntó luego de su triunfo: “¿Y usted qué piensa hacer ahora?”. Y Mao le respondió: “Mire, querido periodista, detrás de las montañas hay más montañas”.

CARLOS RESTREPO
Cultura y Entretenimiento

Tomado de:El Tiempo.com

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